La Oficina para la Evangelización y el Ministerio de Catequesis considera que la formación de catequistas en todos los niveles -preescolar hasta adulto- es una de sus principales metas y brinda programas de certificación y renovación para cumplir con ese objetivo.
De acuerdo con la Conferencia Católica de Obispos de California y las políticas para el ministerio educativo en la Diócesis de San Diego, cada catequista debe tener la certificación actual de catequista o estar en el proceso de obtener la certificación.
De acuerdo con la política diocesana, los catequistas pueden ser certificados en una de tres formas:
- Al completar el Curso Básico de Formación de Catequistas;
- Al completar los cursos de certificación de catequista en el Instituto Diocesano de San Diego;
- Al completar los requisitos identificados por la Oficina de Evangelización y Ministerio de Catequesis a través de la evaluación de un perfil individual obtenido de la Oficina.
Selección y formación de catequistas
Las Pautas para Obtener el Certificado de Catequista de California o el Certificado de Catequista Maestro de California establecen que es responsabilidad de pastores y liderazgo catequético para:
- Llame y examine a los candidatos y evalúe su potencial para convertirse en catequistas llenos de fe y dinámicos;
- Requerir que los candidatos completen los programas de formación para la certificación de catequistas;
- Seleccionar, orientar, encargar, supervisar y evaluar anualmente a los catequistas;
- Proporcionar a los catequistas oportunidades para un desarrollo personal, espiritual y profesional continuo.
Cualidades del Catequista
Los posibles catequistas deben reflejar las siguientes cualidades:
- Una fuerte conciencia de la presencia de Dios y una fe creciente en respuesta a esa gracia;
- Un compromiso personal con Jesucristo;
- Un fuerte sentido de Iglesia evidenciado por la conciencia de la importancia de construir una comunidad cristiana, y el compromiso de enseñar en la tradición católica romana de acuerdo con el Catecismo de la Iglesia Católica;
- Una vida de oración más profunda, participación en la liturgia y dedicación al servicio;
- Un respeto por el crecimiento individual y las diferencias;
- Una apertura al cambio y profunda convicción cristiana;
- Una habilidad para comunicarse de manera efectiva;
- Una voluntad de continuar nuestra propia formación.
Todos los catequistas deben ser «católicos practicantes que participen plenamente en el culto comunitario y la vida de la Iglesia». (NDC, p.228)